Por Óscar Sánchez
Fotos: Omar Contreras
Puebla, Pue.- En la zona de mayor crecimiento económico de la gran urbe que es Puebla, sobresale una estructura con formas caprichosas que impactan la vista y que alberga el Barroco Museo Internacional.
La sola estructura, creada bajo la firma del arquitecto japonés Toyo Ito, Premio Pritzker de Arquitectura 2013, es una invitación a acercarse al recinto que ocupa cinco hectáreas en la reserva territorial Atlixcáyotl.
El cascaron es una innovación conceptual con edificios soberbiamente ejecutados, una dimensión espiritual y poética que transciende en esta ciudad que en la última década sufrió una transformación vertiginosa.
Los aportes de Toyo Ito hicieron del edificio un referente de la arquitectura contemporánea y un nuevo atractivo de la ciudad de Puebla, que alberga en su interior uno de los periodos más prolíficos en la historia del arte occidental: El barroco.
La estructura del Barroco Museo Internacional (BMI), ha sido diseñada hasta en sus vertientes más conceptuales y museológicas para dar constancias de la compleja esencia barroca de los siglos XVII y XVIII, aproximándose también a los rasgos característicos del Neo-barroco contemporáneo.
Durante los siglos XVII y XVIII lo barroco impregnó también la organización política, la producción económica y la concepción misma de la naturaleza, a partir de la innovación en las formas de pensar y crear, ver y convivir.
El BMI identifica y muestra los principios fundamentales de la estética barroca, así como su proyección en todos los ámbitos de las sociedades europeas y latinoamericanas de los siglos XVII y XVIII.
Los contenidos vertidos en Barroco Museo Internacional implican una reflexión sobre la mejor manera de abordar el tema y transmitir sus mensajes a los visitantes, a través de los lenguajes propios del barroco, dando dirección, coherencia e identidad propia a los elementos museográficos, didácticos y de alta tecnología que la conforman.
Dentro de sus principales objetivos destacan: el explicar cómo lo barroco surgió y caracterizó a la historia, la sociedad y el arte de finales del siglo XVI al XVII, destacando las influencias recíprocas entre estos ámbitos.
